Una parte fundamental es la experiencia sensorial, la cercanía con los animales y la tierra. Los niños no solo observan, sino que los alimentan, los acarician y aprenden a cuidarlos desde el respeto. Esta conexión directa con cabritas, conejos y otros animales de granja despiertan empatía y responsabilidad, dejando aprendizajes que no se olvidan.

Además, cultivan hortalizas, conocen el ciclo de la vida de las plantas, aprenden sobre plantas medicinales, participan en talleres de materiales reutilizados, promoviendo la creatividad y la sustentabilidad. Además, fortaleciendo así la economía circular.

Queremos invitar a más colegios, a docentes y a estudiantes a vivir esta experiencia, porque si queremos un futuro sostenible, debemos sembrarlo hoy, con experiencias reales, con conexión emocional y con sentido pedagógico. Así que bueno, aquí los esperamos.